La emergencia causada por la pandemia del Covid-19 ha obligado a todos los gobiernos a tomar decisiones difíciles entre la parálisis económica nacional o el sacrificio de los individuos con salud más precaria (ancianos, pacientes con co-morbilidad, inmunodeprimidos, etc.). No obstante, las recaídas sociales, económicas y sanitarias de la pandemia no afligen del mismo modo a todos los países y a las categorías sociales. El caso de las comunidades indígenas de la Sierra Norte de Puebla – con las cuales la tecnología consiente a la Misión Etnológica Italiana mantener contacto aún en régimen de cuarentena- confirma como la emergencia agudice las desigualdades sociales y económicas ya presentes, junto a la exposición al contagio. Para quien vive en condiciones de pobreza y marginalidad, teniendo que procurarse cotidianamente lo indispensable, frecuentemente es imposible respetar las prescripciones del confinamiento (que proyectan sobre el individuo la responsabilidad de la salud colectiva) sin comprometer la ya precaria situación propia. La ausencia de un eficaz sistema de Welfare obliga a muchos a renunciar a la tutela de la propia salud (y poner en riesgo también a la de los otros) para no privarse de los recursos esenciales. En un momento de crisis de las instituciones biomédicas y de su acción sobre el territorio, la población nativa se encuentra particularmente expuesta y obligada a oscilar entre el recurrir a saberes terapéuticos tradicionales y no convencionales, el refugio en el auto consumo y la reconversión creativa de prácticas tradicionales (como la producción de cubre bocas artesanales).
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